domingo, 30 de junio de 2024 10:15h.

Testimonio de un privado de libertad

Mientras las personas caminan por las calles, dedican su tiempo libre a realizar sus
actividades favoritas, comparten con sus familiares, organizan una reunión por las
festividades de la ciudad o simplemente disfrutan de una noche de jolgorio entre
amigos. En el Centro de Privación de Libertad de Varones de Azogues, 150 individuos
purgan su pena en celdas reducidas, en una cárcel que no es un hotel cinco estrellas, sino un lugar donde estar “preso”, significa dolor, frustración y rabia.
Ingresar a este sitio ubicado en el sector de Zhigzhiquín, no es nada difícil si se está  llevando una vida inapropiada y contra lo que establece la ley, por un error, un mal momento, una decisión equivocada o una jugarreta del destino; la vida da un giro inesperado para insertarse en el mundo de las “personas privadas de la libertad”.
Días, meses, un año, dos, cinco, diez, veinte o treinta, para un ciudadano común puede ser muy poco tiempo, pero para un procesado puede convertirse en un siglo, porque cada segundo, cada minuto, cada hora, cada día que pasa lentamente, su sueño de libertad se vuelve un anhelo para sobrellevar una sentencia.

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Una pesada puerta, es el primero de muchos obstáculos hacia la libertad, un miembro de la Policía Nacional vigila el ingreso principal al Centro, en un segundo nivel otro portón controlado por guías penitenciarios, observan y controlan el ingreso de personas particulares, minuciosamente revisados para evitar el ingreso de objetos y sustancias prohibidas.
Cientos de historias se escuchan tras las paredes de este recinto, en el que están recluidos ciudadanos en su mayoría oriundos del cantón costanero de La Troncal y otras provincias vecinas; sin embargo, pocas son las personas de Azogues en el lugar.
Cristian, joven de 31 años, es el protagonista de este reportaje al contar los hechos que propiciaron su encarcelamiento y juzgamiento.
¿Por qué está recluido aquí?
Por tráfico ilegal de migrantes.
¿Desde cuándo traficaba con personas?
Me inicié a los 18 años y lo hice durante unos 3 años, luego dejé, ya no continué.
¿Por qué se involucró en este delito?
Primero por la falta de dinero, conocía gente que hacía lo mismo, me pareció un poco
dinero fácil.
¿Sabía en lo que estaba involucrándose?
Uno sabe en lo que se involucra; sin embargo, se piensa más allá. Tal vez mi forma de pensar esté mal, pero la gente que ha ido allá, está bien en los Estados Unidos, la mayoría está estable económicamente, tomando en cuenta la separación familiar.
¿Su padre también se dedicaba al tráfico de personas?
Sí.
¿Y sus contactos?

Hay mucha gente que se involucra siempre en un trabajo ilegal, siempre va a haber gente que está dispuesta a hacer el trabajo.
¿Qué falló para que usted sea detenido?
Realmente no falló nada, la gente está en Estados Unidos; sin embargo, hay cobros que uno hace y la gente no quiso cancelar.
¿Cuánto cobraba?
Más o menos 13.500 por viaje y por persona.
¿Cuántos viajes hizo?
Realmente no recuerdo, pero yo no hice muchos.
¿Qué sentía cuando recibía ese dinero, fruto de una actividad ilícita?
La misma satisfacción que uno siente cuando hace un trabajo, te están pagando por un trabajo que estás realizando.
¿Y los riesgos?
Siempre hay el riesgo de la Policía, uno anda medio tenso todo el tiempo, sin embargo uno realizaba un trabajo y cobraba por ello.
¿Entre las personas con quienes traficó y cumplieron el sueño americano, hubo
fallecidos?
No, jamás tuve un problema de esos, realmente yo pensaba mucho cuando llevaba gente, llevaba mujeres y nunca con montón de gente.
¿Cuál era la ruta?
Ecuador a Honduras, Guatemala, México hasta llegar a Estados Unidos.
¿Cómo lo contactaban?
Como la gente sabía a lo que me dedicaba, decían necesito viajar y enseguida me ponía
a trabajar.
¿Recuerda la fecha?
Claro, fue el 25 de septiembre de 2017, al medio día. Retiraba a mi hija de la escuela, en
ese momento la Policía se acercó, tenía un juicio de años anteriores, pero ya llegó un
momento en que se sentenció y tenían que capturarme.
¿Qué sintió el momento de su arresto?
Una desesperación grande, porque no había estado en un problema legal, esto me ocasionó bastantes problemas en mi casa, la familia, la separación de mis hijas y todo.
¿Cuántos años de privación de libertad recibió como sentencia?
Tres años.
¿Cuánto tiempo ha transcurrido?
Un año y un mes.
¿Al cruzar la puerta de ingreso al Centro, qué sintió?
Un poco de temor, la impotencia de no poder hacer nada, saber que las cosas llegaron hasta aquí y esto era lo último.
¿Pensó en algún momento que el traficar con migrantes le iba a costar su libertad?
Siempre, porque uno va con esa idea todo el tiempo, está pendiente de que eso puede pasar, uno acepta su culpa y paga la pena.
¿Es cierto que en la cárcel hay presos jefes y que ordenan al resto, que intimidan?
Se parece un poco a lo que todo el mundo vemos en las películas, la gente de acá quiere copiar eso. Sí tenía un poco de temor, había gente que me pedía dinero cuando llegué, pero con el pasar de los días, se los va conociendo, hacerse un poco amigos porque al fin de cuentas todos estamos aquí.
¿Cómo es la calidad de vida en este centro?
Es mediana, no es una calidad alta, tampoco es baja, no estamos en condiciones deplorables, cada quien tiene su celda como quiere.
¿Comparte su celda con alguien?

Claro, vivo con una persona más.
¿Cómo es su espacio?
El espacio en el que duermo y vivo, siempre está limpio, trato de tenerlo ordenado, tengo una alfombra y trato de mantenerla, porque me gusta al menos tener un poco de lo que tenía afuera, vivir en un ambiente medio tranquilo, dentro de lo que se puede.
¿Conserva algún recuerdo?
Tengo fotografías de mi familia, unos collares que me enviaron amigos, etc.
¿Cuál es su actividad en el centro?
La metal mecánica.
¿Dónde aprendió?
Aprendí aquí. Antes me dedicaba al oficio de carpintería, el bricolaje casero, pero siempre quise aprender a soldar y en este centro se dio la oportunidad.
Su apodo aquí es Mac Gyver ¿Por qué?
Es medio gracioso escucharlo, porque siempre ayudo en cualquier situación, eso me hace sentir bien porque sé que le estoy devolviendo a la comunidad lo que le he quitado, cada trabajo que hago es con dedicación, no esperando dinero a cambio, porque aquí nadie nos cancela y lo hago en parte para devolver lo que alguna vez le quité a la
comunidad.
¿Ha hecho amistades aquí?
En todo lugar, yo creo porque todos estamos aquí, porque hemos cometido un error, a diferencia de gente que está fuera, mucha gente a escondidas, tapada, pero aquí sabemos que todos tuvimos algo de malo; entonces, la relación a veces es un poco más sincera con la gente, porque si hay un político que roba, él no va a decir yo robé, mientras que
aquí se sabe que robó, cuánto robó.
¿Reconoce que cometió un delito?
Creo que el 70% de la gente tal vez, aquí nos queda aceptar la culpa, porque al fin de cuentas ya estamos pagando sentencia y en mi caso para aceptar el perdón y salir libre de todo, lo mejor es aceptar la culpa total. Creo que ya cuando salga de acá voy a estar tranquilo, no voy a tener problemas con nadie, seguir haciendo mi vida como lo hacía
antes.
¿Será fácil reinsertarse en la sociedad?
Sí, porque no soy una persona que tenía problemas en la sociedad, a todo lugar al que he ido, he tratado que me conozcan por el trabajo que hago, no veo como algo imposible reinsertarme a la sociedad.
¿Cómo se siente cuando lo visitan su esposa e hijas?
Es la mayor felicidad que puedo tener, porque saben que el tiempo que estuve afuera, el tiempo que pasé con mis hijas, fue tiempo de calidad y, es la razón por la que ellas me vienen a ver, veo otros casos donde la familia no les viene a ver, cuestiones así.
¿Le preguntan por qué está aquí?
No, realmente no me han preguntado, supongo que le preguntan a mi esposa, pero ella debe tener una respuesta para eso.
¿Va a compartir su historia con sus hijas?
Sí, claro. Ellas son pequeñas todavía, pero cuando en algún momento me pregunten, lo haré porque todo el mundo comete errores, no soy perfecto y les podría enseñar que si bien tuve el error, pude salir adelante y ser una persona buena para la sociedad.
¿Qué lección le deja estar privado de su libertad?
Es algo que uno no le desea a nadie, porque comparo con otros casos, mi tiempo es poco; sin embargo, uno en un año aquí pierde mucho, he perdido bastante el tiempo con mi familia, momentos que ya nunca más volverán, todo eso es algo que ya no se
recuperará.

¿Cuándo cumpla su sentencia, qué hará?
Primero compartir con mi familia, devolver el tiempo perdido, sacarles adelante, tomar mi puesto en el hogar, que en este momento está ocupando mi esposa.
¿Si pudiera orientar a quienes no gozan de su libertad, qué les diría?
El tiempo pasa y todos quienes en algún momento cometimos diferentes errores, estar aquí es una gran enseñanza para todos. El tiempo que uno pierde, el hecho de estar encerrado en un solo lugar, no poder salir a ningún lado. La mayoría de gente comprendemos que esa no es la vida que queremos llevar; vivir en la cárcel no es lo que uno espera; sin embargo, hay que luchar todos los días porque en algún momento pasará
el tiempo.
Para esta persona privada de la libertad, es difícil permanecer encerrado, pero cada día que pasa es uno más en su vida y uno menos en su condena, esperando que el tiempo pase mientras se cumpla la pena establecida por los administradores de justicia.
El experimentar esta situación que marcará a lo mejor el resto de su existencia, será el fondo de un hoyo sin salida; no obstante, para otra será una oportunidad para resurgir de las cenizas como el Ave Fénix que, en su inmortalidad se manifestaba en su eterna capacidad de volver a la vida. Los seres humanos aprenden de los fracasos y renuevan su existencia con una rehabilitación social que les permita regresar a la sociedad como hombres reformados, dispuestos a servir a la comunidad, sin delinquir. (I) (FSP)